El mayor tesoro que posee la apicultura de las Islas Canarias es una raza, La Abeja Negra Canaria, escindida hace unos 200 mil años de un brazo comun que la emparenta con las abejas africanas y que ha desarrollado unas características genéticas que la hacen única.
Esta raza de abeja ha logrado un nivel de adaptación al medio excelente y, por lo tanto, ofrece altos grados de productividad y de mansadumbre, elementos ambos muy valiosos, ya que las producciones de miel son el sustento del apicultor y la ausencia de agresividad es un aspecto esencial en un territorio como Canarias, donde resulta muy complicado habilitar explotaciones alejadas de los núcleos de población.
La Abeja Negra Canaria está presente en todas las islas(menos Fuerteventura y Lanzarote), aunque la progresiva importación de otras razas foráneas ha ocasionado un grado de hibridación que varía en cada territorio.